sábado, 3 de enero de 2009

LOS COMIENZOS DEL CINE (3/3)

Griffith, padre del lenguaje cinematográfico.

Aunque Griffith se creó su propia historia adjudicándose el ser el pionero de varios descubrimientos cinematográficos sin serlo, no hay quién dude de la importancia decisiva de su tarea de realizador para servirse de la técnica y descubrir, expandir y consolidar gran parte de lo que hoy se considera el lenguaje cinematográfico. Su primera aportación está en la forma de utilizar el conjunto de habilidades técnicas para contar mejor sus historias. Desde 1908 rodó infinidad de cintas, hizo todos los experimentos concebibles, en momentos, como afirman varios autores en los que, al no existir reglas ni escuelas de rodaje, todo era permitido. Rodó igualmente casi todos los tipos y géneros del cine, y se le adjudican la mayoría de los descubrimientos del lenguaje cinematográfico.

Con su película El nacimiento de una nación (The birth of Nation, 1915) el cine comienza una nueva era, que pasa de los balbuceos de sus pioneros a adquirir técnicas y lenguaje propios. Otro film clásico suyo, Intolerancia (1916), define su sentido de los tiempos y los espacios cinematográficos, en los que juega con el tiempo narrativo, muy diferente ya al tiempo real. Le preocupa más la imaginación y el mensaje que quiere trasmitir que la cronología de los hechos y la coherencia y adecuación con la realidad, al igual que a algunos directores rusos pocos años más tarde. Una curiosidad de Griffith es que no hacía guión por muy complicada que fuera la historia que contar; todo estaba en su cabeza y dirigía, rodaba y montaba sus películas al mismo tiempo. Algunas incoherencias de sus filmaciones son fruto de su estilo de trabajo.




Anécdotas de la época.

En 1908 las películas se rodaban en hangares de vidrio, pues apenas había luz eléctrica, con una cámara operada por un señor con visera que silbaba mientras tanto una marcha militar para poder marcar el ritmo de la manivela, a la cadencia de 16 imágenes por segundo.

La minuciosidad de Charles Chaplin era tal, que al rodar la escena del desayuno de Chaplin y el niño, en «El Chico», de un minuto de duración, tardó dos semanas en rodarse y consumió 14.000 metros de película. La secuencia del encuentro entre el vagabundo y la ciega en «Luces de la ciudad» tardó en rodarse una semana, creándose conflictos importantes entre el equipo técnico y Chaplin por el rigor y perfección exigido en cada toma.

Sin duda, eran tiempos dificiles, pero a la vez fascinantes... todo era nuevo y todo estaba por probar y rodarse... tiempo de pioneros.

2 comentarios:

Capitán Clostridium dijo...

Bucear en los orígenes del cine es todo un placer, y más de su mano.

S. dijo...

tengo un premio para ti