martes, 20 de enero de 2009

HISTORIA DEL CINE (1895-1929)

INTRODUCCION El cine fue oficialmente inaugurado como espectáculo en París, el 28 de diciembre de 1895. Desde entonces ha experimentado una serie de cambios en varios sentidos. Por un lado, la tecnología del cine ha evolucionado mucho, desde el primitivo cinematógrafo mudo de los hermanos Lumière, hasta el cine digital del siglo XXI. Por otro lado, ha evolucionado el lenguaje cinematográfico, incluyendo las convenciones del género, creando así los géneros cinematográficos. En tercer lugar, ha evolucionado con la sociedad, surgiendo así distintos movimientos cinematográficos y cinematografías nacionales.


Salida de los Trabajadores de la Fabrica Lumiere (1895 - USA - Freres Lumiere)
Esta quizas, es considerada como la primera pelicula de la historia del cine.

El cine comienza su andadura histórica como atrac­ción de «barraca de feria». Un camino arduo se extiende en toda su etapa muda, en la que el nuevo arte busca su madurez expresiva. EL CINE MUDO

A finales del siglo XIX, cuando la fotografía ya había superado una larga etapa como medio artístico, aparece lo que se dio en llamar «la imagen en movimiento», el «cinematógrafo», una nueva forma de ver lo que hasta ese momento no dejaba de ser estático.

En la larga etapa experimental hay que contar con los avances desarrollados en el propio campo de la fotografía. Los trabajos de Niepce, Jacques Daguerre y Nadar suponen los primeros pasos hacia la consecu­ción de una sensación de «continuidad» que se pro­ducirá cuando se logra la coexistencia de un elemen­to mecánico-físico (un aparato que proyecta imáge­nes fijas a una determinada cadencia) y otro fisioló­gico (la persistencia retiniana).
Superadas las primeras dificultades, Emile Reynaud, Marey Janssen, Eadweard Muybridge facilitan el terre­no a inventores como Thomas Alva Edison, quien, ayudado por su colaborador W. K. Laurie Dickson, consigue un sistema que permite el visionado de las que se pueden considerar «primeras películas de la Historia del Cine», aunque éstas únicamente eran accesibles al público de manera individual. El Kinetos-kopio, que no dejó de ser un juguete más, pasa a llamarse Cinematógrafo con los hermanos Lumiére, al efectuar sus primeras proyecciones ante un grupo de personas en 1895. Así, pues, en esta fecha aparece lo que hoy conocemos como cine, fenómeno artístico que ha ido consiguiendo una gran madurez y perfec­cionamiento a lo largo de sus cerca de noventa años.

La aceptación que en un principio tuvo el cinema­tógrafo en todo el mundo condujo a que quienes pensaban que el nuevo invento apenas iría más allá que servir de «atracción de barraca de feria»
El desarrollo de este nuevo arte fue notorio en sus primeros años. La variedad temática da origen a la aparición del «género», fórmula que va a diversificar las orientacio­nes industriales del nuevo negocio.

El cine cómico es el género por excelencia del período mudo. Las aportaciones creativas de persona­jes como Max Linder, Mack Sennett, John Bunny, Charles Chaplin, Harry Langdon, Larry Semon, Ha-rold Lloyd y Buster Keaton favorecen la expansión del cine por todo el mundo, entreteniendo los momentos difíciles, divirtiendo las horas de ocio de miles y miles de personas.
El cine de aventuras ofrece nuevos horizontes para héroes infatigables y espíritus victoriosos que muy pronto se unen a la causa común de una guerra mundial que ofrece un nuevo tema cinematográfico y desarrolla la intencionalidad ideológica.

Asalto y Robo al Tren (1903 - USA - Edwin S. Porter)

El «western», que tiene un gran inicio como género a primeros de siglo, se consolida en tierras america­nas de la mano de Billy Anderson, William S. Hart, Tom Mix, Buck Jones, Tim McCoy, como los grandes héroes de los desolados parajes del siempre viejo y nuevo Oeste, arropados por un sin fin de leyendas e historias y por un itinerante plantel de estrellas de serie B.
Superado ya el cuarto de siglo de vida, la industria cinematográfica se encamina hacia otros derroteros, que van a determinar y a consolidar la existencia del nuevo arte como una actividad solvente que también ha de verse inquietada y absorbida por los problemas sociales que se van sucediendo en el devenir histórico.

Aelita (1924 - URSS - Yakov Protazanov)

El cine soviético, con la Revolución, transforma las estructuras industriales existentes hasta ese momento en el país. El cine revolucionario es un medio de agitación, de propaganda, una incitación a la acción.

Los países escandinavos reflejan en su cine el intimismo psicológico, tradicional, religioso y natura­lista de una sociedad muy ligada a sus creencias mágicas y realistas. El cine danés alcanza, iniciados los años 10, un auge comercial importante en el que se entremezclan los rudimentarios elementos técnicos y artificios deco­rativos para desarrollar tramas mundanas y temas eróticos, en los que la orientación trágica de la vida sustituye al manido «final feliz», muy propio de las películas de otros países.

Häxan (1922 - Dinamarca, Suiza - Benjamin Christensen)

Tras la Primera Guerra Mundial, las obras de Sandberg y Benjamín Christen-sen revolucionaron artísticamente el cine nórdico en general, y danés en particular, incidiendo en aquellos temas más arraigados en la sociedad hecho que, igualmente, desarrollará Dreyer en su extensión más intimista, con un estilo y realismo que van a marcar la obra del maestro.

Suecia se siente influida por la producción danesa, aunque desarrolla más ampliamente la tradición lite­raria, sin caer en el hermetismo teatral, y la concep­ción del paisaje como elemento imprescindible en toda narración.

En Italia, la producción se vuelca en el pasado, haciendo hincapié en las reconstrucciones históricas. El resto de los países del mundo se encuentran divididos, cinematográficamente hablando. Por lo ge­neral, y tras un lento acercamiento al nuevo invento, las líneas marcadas por la producción americana y soviética van a incidir, significativamente, en aquellos países ideológicamente cercanos.
El cine norteamericano continúa su ascendente dominación favorecido por los sucesos históricos acon­tecidos, fundamentalmente, en Europa y que desarrolla una floreciente industrua, afincada ya en Hollywood.


Ya metidos en la decada de los años 20, la industria se consolida, y ofrece producciones tan extraordinarias como Metropolis de Frits Lang (1927), El Mundo Perdido de Harry O. Hoyt (1925), El Fantasma de la Opera de Rupert Julian (1926), El Cantor de Jazz de Alan Crosland (1927), El Maquinista de la General de Clyde Bruckman (1927)... etc... etc...


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