lunes, 4 de octubre de 2010

EL CINE EROTICO

Bueno, hoy vamos a hacer un especial de cine erótico, dando cabida a aquellos clásicos que pasan la barrera ligeramente para convertirse en la antepenúltima letra del alfabeto. El sexo es algo que todos tenemos, por muy oculto que pensemos que está, entre las piernas. A dos prendas de distancia de ser algo público. Los secretos de la sexualidad se esconden tras como esas dos prendas pueden ser retiradas para ofrecer a la pareja ese tesoro oculto y escondido.

En el cine, desde sus comienzos, hemos tenido la suerte de ver plasmada esa sexualidad y erotismo, tan inherente al ser humano, y tan escondida por censores y mentes que pretenden salvaguardar las nuestras. Tenemos que darnos cuenta, a la hora de hablar de cine erótico, la estrecha linea que divide lo que se considera pornografía de lo que se considera erótico. ¿Dónde se encuentra el límite? El hecho de que una película sea simplemente erótica no implica que sea de mejor gusto estético, ni de guión más refinado que una considerada pornográfica. Y esto por no hablar de las consideraciones personales de cada uno. Películas como "El último tango en París" que en su día hizo que los españolitos de a pié emigrasen a las salas de Perpignan con el paso del tiempo se ha convertido en una película de desnudos.




Y es que el cine evoluciona, tanto el cine erótico como el resto del cine. Se pasó de unos efectos especiales de cartón piedra al ordenador, del mismo modo que se pasaron de los pechos naturales con tendencia a desafiar las leyes de la gravedad a pechos ensiliconados que son el sueño de cualquier decorador de talleres de coches...

Dentro del erotismo en si, podemos encontrarnos títulos como "El imperio de los sentidos" que puede pertenecer a esa fina linea que separa lo erótico de lo pornográfico. Realmente, del mismo modo que comentabamos antes a Marlon Brando con su mantequilla, el paso de los años ha hecho de aquel film una película graciosa de una geisha con furor uterino, más que un escándalo que es lo que fue en sus inicios.





Dentro de nuestro cine patrio, títulos como "Las edades de Lulú" nos demuestran que en este sentido, no tenemos nada que envidiar a lo que viene de fuera. Además del gusto español por los desnudos gratuitos, como tanto se empeñaron en decirnos los Pajares y Estesos de los ochenta.

Una vez entrados en materia, evidentemente no todo el cine erótico, simplemente por tener ese nombre tiene que ser algo sutil y elegante, de guante blanco. Es más, del mismo modo que en el cine de acción nos podemos topar con Torrente o con Bourne, aquí podemos vernos "el erótico enmascarado" o la citada Lulú y su paso a la madurez. O quien no se ha tragado a Garci con Ninette, que seguro que ni la mitad recordamos el argumento, pero sabemos cada plano en que Pataki nos mostraba su encanto como actriz. ¿Es esta una película erótica? Ni idea, pero saliendo mujeres como esta en cueros, alcanza esa clasificación. O Lucía, que tanto se empeñó en mostrarnos su sexo a los impenitentes seguidores de Onán.





No podemos obviar, como decíamos al comienzo, el cine pornográfico, dado que nos ha dado grandes joyas, que nada tienen que envidiar a las superproducciones de otros géneros. Existe mucha gente que repudia este tipo de cine, cuando lo más habitual es que ni lo hayan visto nunca, o que lo vean a escondidas. Títulos históricos como "Calígula" producida por Penthouse, clásicos del género con una producción y realización más que digna de mención como "Latex", o más actuales como la mega producción Private, llevan al cine pornográfico a poder ser comparado con el cine convencional.





No puedo terminar este pequeño repaso pornográfico sin un clásico, falto de glamour y de todo, pero clásico a fin de cuentas, como "Garganta Profunda", convertida en mito por la justicia norteamericana. Y en el cine patrio un sólo título, que resume bien lo que puede dar de sí nuestro cine con más imaginación que recursos "El fontanero, su mujer y otras cosas de meter".

En fin, con este especial espero que podamos hablar de cine, erótico, pero de cine a fin de cuentas. Sin tapujos, sin dobles sentidos pueriles, sin paños calientes. Simplemente, de ese cine que nos ataca directamente a la entrepierna. Ese cine... que nadie dice que ve.

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